¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? 🙂 ¡Espero que lo mejor posible! Pese a todos los esfuerzos de educadores, maestros y profes, la vuelta al cole está siendo desesperante por la situación que estamos viviendo. Los docentes coinciden en algo importante: no cuentan con los recursos humanos ni materiales para ofrecer una educación de calidad. Está claro que invertir en educación es una tontería para las autoridades que nos gobiernan.
Casi a comienzo de curso en la Comunidad de Madrid se han tomado unas medidas deprisa y corriendo, chapuceras, sin seguridad, compromiso ni organización. Se van a contratar nuevos docentes, pero siguen siendo insuficientes para hacer frente a esas ratios que se niegan a bajar, y hasta puede que se instalen aulas prefabricadas, pero… ¿eso no se podía haber hecho muchísimo antes?
El personal directivo de los centros, los educadores, maestros y profesores están poniendo todo de su parte, pero no dejan de sentirse solos y poco valorados desde el inicio de la pandemia. Ahora que tienen que volver a la educación presencial lo hacen sin ningún tipo de garantía y con protocolos que han elaborado los propios colegios sin ayuda de las comunidades.
La importancia de invertir en educación
La educación debería ser uno de los pilares básicos del país. Sin embargo, se ha dejado bien claro que no es así. Parece que dan exactamente igual los docentes, las familias y los niños. ¡Que los centros, los profes y los familias se las apañen como puedan/sepan!. Invertir en educación en España siempre ha estado en el último escalón de cosas por hacer, y así nos va ahora.
Invertir en educación es importante, pero no solo hay que hacer eso. Hay que tomar decisiones y aplicar medidas coherentes, organizadas y útiles para la comunidad educativa. Desgraciadamente, los planes que se tiene para la educación son prácticamente nulos. Como os comentaba antes… ¡que los maestros, padres y madres se busquen las castañas!
Coordinador COVID… ¿un docente y no un sanitario?
En la situación que estamos viviendo, invertir en educación también significa garantizar la seguridad de estudiantes y docentes. Por lo tanto, el perfil de los enfermeros escolares debería estar presente en los centros educativos. Desde mi perspectiva, ningún educador, maestro o profe está preparado para llevar a cabo esta función. Los docentes acompañan a los alumnos, les guían, les motivan, les consuelan, pero no son profesionales de la salud.
Los profesionales de la enseñanza ya tienen muchísimas responsabilidades este curso, y sin embargo se les suma una más sin tener la experiencia ni los conocimientos adecuados para poder desarrollarla correctamente. Me temo, y ojalá me equivoque, que si ocurre algo malo en algún centro la culpa será siempre de los docentes que no han hecho bien su trabajo. Y para que me quede claro… ¿su trabajo cuál es?
Desgraciadamente, en este caso «querer no es poder»
Los comentarios en las redes del tipo «si queréis, podéis» están a la orden del día. En este caso, querer no es poder. Hay muchísimos centros con aulas pequeñas que se ven incapaces de mantener las distancias de seguridad, por ejemplo, y han probado todo para hacerlo posible y cumplir las normas. Está claro que los docentes quieren una educación presencial de calidad, pero sin los recursos humanos y materiales adecuados es muy complicado.
Para mi asombro también he tenido que leer que los maestros son unos catastrofistas y que no quieren volver a las aulas. ¿De verdad los docentes son unos catastrofistas por querer una vuelta a las aulas seguras para profesionales, estudiantes y familias? ¿De verdad son unos catastrofistas por sentir miedo e incertidumbre ante el inicio del nuevo curso escolar?
Y a pesar de todo… los docentes darán su mejor versión
A pesar de no contar con las medidas ni los planes adecuados para favorecer una educación de calidad, los docentes darán la mejor versión de sí mismos cada día. He visto fotos de maestros preparando las aulas y dando mil vueltas por ellas para adaptarlas al nuevo protocolo, y a educadores infantiles con miradas de ilusión y sonrisas tras las mascarillas llenos de emoción por ver a los peques.
Porque los docentes están acostumbrados a remar a contracorriente, porque saben que la educación no ocupa el lugar que debería en este país y aun así siguen luchando por mejorarla. Porque a pesar del COVID tienen esas mariposas en el estómago de empezar un nuevo curso, de conocer a nuevos peques y estudiantes, de apoyarles, motivarles y acompañarles. Porque saben que, la profesión docente es una de las mejores del mundo.