¡Hola, hola! ¿Cómo lo estás llevando? ¡Espero que bien! ¿Sabes una cosa? ¡Hoy volvemos con las entrevista! Y para hacerlo por todo lo alto nos acompaña Sofía Bueno, una maestra y técnico de educación infantil maravillosa que me ha dejado el corazón calentito. ¡Vamos a leer sus palabras!
Biografía de Sofía Bueno
Antes de nada, quiero dar las gracias a Mel por esta oportunidad tan bonita de compartir un pedacito de mí y de mi proyecto @class_kid_stuff
Me hace mucha ilusión formar parte de un espacio que da visibilidad a tantas voces del mundo educativo, desde la cercanía y el respeto por la infancia. Es un privilegio poder contar lo que hay detrás de cada recurso, cada idea y cada emoción que comparto.
Me llamo Sofía Bueno, soy maestra y técnica superior en Educación Infantil. Además, tengo un máster en Educación Inclusiva y otro en Neuropedagogía, dos formaciones que me han marcado profundamente y que guían mi forma de entender la educación desde una mirada empática, flexible y emocionalmente consciente.
Durante años fui formándome sin parar, mientras crecía como educadora. Pero necesitaba un espacio donde volcar todo lo que me apasiona y, sobre todo, lo que me gustaría haber tenido al inicio de mi camino como docente. Así nació mi cuenta de instagram @class_kid_stuff, con la idea de crear y compartir materiales visuales, recursos accesibles, y propuestas que acompañen de verdad tanto al alumnado como a sus maestras/os y familiares.
Hoy puedo decir que cada seguidor, cada mensaje, cada aula que usa mis recursos me devuelve esa sensación de sentido que da trabajar desde el corazón. Para mí, educar no es solo enseñar: es observar, sostener y sembrar en cada niño y niña una forma de estar en el mundo más libre, segura y querida.
Entrevista a Sofía Bueno
1º ¡Hola, Sofía! ¡Para mí es un enorme placer tenerte en el blog! Cuéntame, ¿qué significa para Sofía Bueno ser educadora infantil?
Respuesta Sofía Bueno
¡Hola! El placer es mío, de verdad. Gracias por invitarme y por darme este espacio para compartir lo que tanto me mueve por dentro. 💛
Para mí, ser educadora infantil es mucho más que un trabajo. Es una manera de estar en el mundo. Es observar con atención, acompañar con respeto, y sostener con ternura. Significa estar presente en esos primeros años que son tan decisivos, donde todo es descubrimiento, emoción y necesidad de vínculo.
Ser educadora es agacharme a su altura, mirar con sus ojos, y recordar que lo más importante no siempre está en los contenidos, sino en cómo hacemos sentir a quienes están aprendiendo. Es creer en cada niño y niña tal y como es, con sus ritmos, sus tiempos, sus luces y sus sombras.
Es una vocación que, a pesar del cansancio o las dificultades, me sigue emocionando cada vez que veo una mirada encenderse, una palabra nueva surgir, una emoción encontrar su nombre.
En definitiva, para mí educar es sembrar con amor y confiar en que, aunque no siempre veamos el fruto, estamos dejando raíces profundas.
«Ser educadora infantil no es un trabajo para blandos, es un trabajo para personas con una fortaleza inmensa«
2º ¿Podrías explicarnos que es realmente la educación inclusiva y cómo podríamos aplicarla desde educación infantil?
Respuesta Sofía Bueno
La educación inclusiva es, para mí, una forma de mirar, de sentir y de acompañar. Es creer con firmeza en que todos los niños y niñas, sin excepción, tienen derecho a compartir los mismos espacios, aprender juntos y crecer en comunidad. No se trata solo de que “estén” en el aula, sino de que sean parte real de ella, con voz, con participación y con un lugar propio.
Muchas veces se piensa que inclusión es solo adaptar una ficha o poner un pictograma más. Pero es muchísimo más profundo que eso. Es cambiar el foco: dejar de preguntarnos “¿cómo hago para que este niño encaje aquí?” y empezar a pensar “¿qué necesita este entorno para acogerlo tal y como es?”.
Desde Educación Infantil podemos hacer muchísimo. Acompañar sus emociones, observar sus ritmos sin presionar, ofrecer materiales variados, anticipar lo que va a pasar, validar la diferencia… Y sobre todo, educar desde la empatía. Cuando enseñamos a los más pequeños a convivir con la diversidad desde el juego, la naturalidad y el respeto, estamos construyendo una sociedad más justa desde la base.
«En educación infantil el cariño es esencial, pero también hace falta formación, observación y autocrítica«
Recuerdo una anécdota que se me quedó grabada del máster de Educación Inclusiva. Estábamos hablando en clase sobre si era mejor que los niños con NEE (necesidades educativas especiales) estuvieran todo el rato en el aula ordinaria o si debía sacárseles a espacios aparte. Y alguien comentó que a veces era “mejor llevarlos a centros específicos”. El profesor, con mucha calma, nos dijo algo que no he olvidado:
“Cuando llevas a un niño o niña a un centro específico que está lejos de su casa, lejos de su barrio… luego, cuando sale al parque, no tiene con quién jugar. No tiene con quién relacionarse. No ha podido formar lazos.”
Esa frase me atravesó. Porque la escuela no es solo un lugar de aprendizaje académico, es donde se teje el primer grupo de pertenencia fuera del hogar. Excluir a un niño de ese entorno es quitarle no solo oportunidades de aprendizaje, sino también de amistad, de juego, de sentirse parte.
Por eso, para mí, hablar de inclusión no es una opción ni una moda. Es un compromiso ético, emocional y social. Es creer en una educación que no deja a nadie fuera, y que entiende que la diversidad no es un problema a resolver, sino una riqueza que abrazar.
3º A lo largo de muchos años, he escuchado la siguiente frase: “ser educador infantil es un trabajo para blandos y lo puede desempeñar cualquiera”. ¿Qué opinas de eso?
Respuesta Sofía Bueno
Esa frase la he escuchado más veces de las que me gustaría… Y, sinceramente, me parece una idea totalmente alejada de la realidad. Ser educadora infantil no es un trabajo “para blandos”; es un trabajo para personas con una fortaleza inmensa, con una sensibilidad activa, con una paciencia que se cultiva cada día y con una entrega constante, emocional y física.
«Para mí la asamblea es el corazón del día. Es ahí donde los niños y niñas sienten que su voz importa«
Cualquiera puede querer mucho a los niños, sí, pero no cualquiera sabe acompañarlos bien, leer sus emociones sin que hablen, sostener sus rabietas con respeto, preparar un aula con intención, adaptar cada propuesta a sus necesidades y seguir sonriendo después de una jornada que empieza antes del reloj y no termina cuando cierras la puerta.
Educar en infantil no es solo enseñar a contar o a sujetar un lápiz, es poner las bases emocionales y sociales de toda una vida. Es trabajar en la etapa más delicada y, a la vez, más potente del desarrollo humano. ¿Cómo podría ser esto un trabajo menor?
Lo que más duele de esa frase es que invisibiliza el valor real de nuestra profesión. No es solo injusta, es peligrosa, porque refuerza la idea de que cuidar y educar en la infancia es algo fácil, intuitivo, que cualquiera puede hacer “con cariño”. Y claro que el cariño es esencial, pero no es suficiente. Hace falta formación, observación, autocrítica, conciencia… y muchísimo amor bien entendido: del que no solo abraza, sino que también sabe sostener límites, construir entornos seguros y mirar a cada niño y niña como único e irrepetible.
Así que no, no es un trabajo para blandos. Es un trabajo para quienes tienen la fuerza de educar desde el corazón, con la cabeza y con la responsabilidad de saber que lo que sembramos hoy, florecerá en el mundo del mañana.
4º ¿Cómo sería tu “escuela infantil ideal”?
Respuesta Sofía Bueno
Mi escuela infantil ideal sería, ante todo, un lugar que se sintiera como un segundo hogar, donde cada niño y niña pudiera ser quien es sin miedo, sin presión y sin etiquetas. Un espacio en el que no se midiera el aprendizaje solo por lo que se logra en papel, sino por cómo se vive, cómo se siente y cómo se comparte.
«Es importante validar, acompañar y ampliar la creatividad de los peques«
Sería una escuela pensada para ellos, no para los adultos: con materiales que inviten a explorar, con rincones llenos de calma y movimiento, con paredes que hablen de infancia de verdad (no de resultados). Una escuela con luz natural, naturaleza, espacios flexibles y ambientes que respeten el ritmo de cada pequeño. Donde el juego libre y el contacto emocional no se vean como extras, sino como el corazón de todo.
También sería un lugar donde la diversidad no se incluya, sino que sea la base desde la que se construye todo. Una escuela que no intente hacer que todos encajen en un molde, sino que celebre la diferencia como un valor. Donde los apoyos no se vean como parches, sino como puentes.
Y por supuesto, una escuela donde el equipo educativo esté cuidado, valorado y acompañado, porque no se puede cuidar sin ser cuidado. Donde haya espacio para la formación, el autocuidado, el trabajo en equipo y la emoción compartida entre profesionales.
Mi escuela ideal sería, en resumen, un espacio donde la infancia no se prepare para la vida, sino que se viva plenamente. Porque lo que ocurre en esos primeros años, si se hace con amor y respeto, deja huella para siempre.
5º ¿Qué importancia tiene la asamblea en un aula de educación infantil?
Respuesta Sofía Bueno
La asamblea, para mí, es el corazón del aula de infantil. Es ese momento del día donde nos encontramos desde lo humano antes que desde lo académico. Más allá de pasar lista, mirar el calendario o hablar del clima, la asamblea es un espacio de escucha, de mirada, de pertenencia.
«Recomiendo mucho proponer a los peques juegos abiertos y actividades plásticas sin modelos fijos»
Es donde los niños y niñas sienten que su voz importa, que lo que cuentan, lo que piensan o lo que les ha pasado en casa tiene un lugar y un valor. Es un momento de vínculo, de seguridad emocional, de construcción de grupo.
A través de la asamblea no solo trabajamos la expresión oral, la atención o las rutinas, sino que también fomentamos habilidades esenciales como el respeto por el turno de palabra, la empatía, la autorregulación y el sentido de comunidad.
Además, en un aula inclusiva, la asamblea se vuelve aún más poderosa. Es un espacio donde podemos adaptar los apoyos visuales, anticipar lo que viene, validar emociones, usar canciones repetitivas o juegos que favorecen la participación de todos. Y eso hace que cada niño o niña, sea cual sea su necesidad o ritmo, se sienta parte.
La asamblea es ese pequeño gran momento donde nos miramos como grupo y nos recordamos que aprender no es solo adquirir contenidos… es construir la experiencia de estar juntos.
6º Hace unos días leí en tu perfil en LinkedIn algo muy interesante sobre el pensamiento divergente. ¿Podrías explicar qué es el pensamiento divergente y cómo fomentarlo desde infantil?
Respuesta Sofía Bueno
¡Qué ilusión que hayas leído eso! El pensamiento divergente es, básicamente, la capacidad de encontrar múltiples soluciones o respuestas a un mismo problema o situación. Es lo contrario al pensamiento convergente, que busca una única solución correcta. El pensamiento divergente está muy ligado a la creatividad, la curiosidad y la flexibilidad mental.
En la infancia, este tipo de pensamiento surge de forma natural, pero muchas veces, sin darnos cuenta, el sistema educativo tiende a limitarlo. Cuando damos siempre respuestas cerradas, actividades con un solo camino válido o evaluamos por “hacerlo bien”, lo que hacemos es apagar esa chispa tan valiosa que tienen los peques para ver el mundo de mil maneras distintas.
Desde infantil, podemos fomentarlo de formas muy sencillas pero poderosas:
- 🌈 Proponiendo juegos abiertos, donde no hay un “bien o mal”, sino múltiples formas de explorar (como construir con materiales no estructurados).
- ✂️ Ofreciendo actividades plásticas sin modelos fijos: “Haz un monstruo con plastilina” en lugar de “Haz una flor”.
- 💬 Haciendo preguntas que no tengan una sola respuesta: “¿Y si los árboles hablaran?”, “¿Cómo harías para llegar a la luna sin cohete?”
- 📚 Leyendo cuentos con finales abiertos y dejando que ellos imaginen cómo podría continuar
- 🎭Dando espacio al juego simbólico, donde los niños crean, transforman y reinventan el mundo a su manera.
Lo más importante es no corregir su creatividad, sino acompañarla, validarla y ampliarla con preguntas o propuestas nuevas.
El pensamiento divergente no solo está relacionado con el arte o la invención, sino con la capacidad de adaptarse, de encontrar soluciones distintas y de pensar con libertad. Y en el mundo que vivimos hoy, eso es más necesario que nunca.
«Creo que la educación intercultural es absolutamente necesaria y debería trabajarse desde los primeros años»
7º Aprender jugando en educación infantil, ¿es realmente posible?
Respuesta Sofía Bueno
Sí, no solo es posible… es lo más natural y efectivo que podemos ofrecer en la etapa de Educación Infantil. Aprender jugando no es una moda, es la forma en la que los niños y niñas conocen el mundo, se expresan, resuelven, socializan y construyen su pensamiento.
Cuando un niño juega, no “pierde el tiempo”; está explorando, probando hipótesis, negociando, imaginando, expresando emociones y construyendo aprendizajes reales, significativos y duraderos. El juego es, para ellos, una herramienta de vida.
A veces se subestima porque no siempre tiene un resultado tangible o medible como una ficha o un cuaderno lleno. Pero si observamos con atención, en una situación de juego podemos ver cómo desarrollan el lenguaje, la empatía, la lógica, la autonomía, la motricidad, la creatividad… ¡Todo está ahí!
La clave está en proponer entornos ricos, materiales variados, espacios que inviten a explorar, y un adulto que observe sin invadir, que acompañe sin dirigir. Aprender jugando también implica respetar sus tiempos, confiar en su proceso y permitir que el aprendizaje surja de forma viva y auténtica.
Así que sí: jugar es aprender. Y cuanto más conscientes seamos de eso los adultos, más libres, motivados y felices serán los peques en sus primeros años de escuela.
8º Hablemos de la educación intercultural, ¿crees que sería importante fomentarla más desde educación infantil?
Respuesta Sofía Bueno
Sí, sin duda. La educación intercultural es absolutamente necesaria y debería trabajarse desde los primeros años. La infancia es ese momento en el que empezamos a construir la idea del mundo, del otro, de lo que es “normal”, “diferente”, “valioso”… y ahí es donde tenemos la enorme responsabilidad de sembrar el respeto, la curiosidad y la empatía.
He podido comprobarlo de forma muy directa en mis últimas prácticas, donde viví aulas con una diversidad enorme. En una de ellas, la mitad del alumnado era de diferentes países, y en la otra, además de esa riqueza cultural, había también una diversidad funcional preciosa: alumnado con TEA, AACCII, ritmos y necesidades muy distintas.
Recuerdo que en esa segunda aula, donde los peques eran un poco más mayores, había algunos choques entre ellos: formas distintas de hablar, de expresarse, de relacionarse o incluso de resolver conflictos. Y me di cuenta de algo muy importante: esa diversidad no se puede dejar al azar, hay que acompañarla desde el principio, hablar de ello, entendernos, crear puentes. Porque si no, los malentendidos y los prejuicios pueden crecer sin darnos cuenta.
Pero también vi cuánto se puede aprender de los niños y niñas cuando les escuchamos de verdad. Gracias a ellos aprendí palabras nuevas, historias de sus países, animales que jamás había oído (¡como el zopilote!), y anécdotas que me hicieron reír y pensar… Como ese peque que me contó que su primo metió una cabra en una tienda. A saber si era verdad o no, pero ¿y la historia que se construyó a partir de ahí?
También conocí realidades duras, historias personales muy potentes que no están en los libros, y que te recuerdan por qué elegiste esta profesión. En esa aula fui muy feliz. Y creo que eso fue porque había vida, había verdad, había mezcla… y yo pude vivirlo con los ojos y el corazón bien abiertos.
Por todo eso, sí: la educación intercultural no es un añadido, es una parte fundamental de la escuela que queremos construir. No podemos hablar de inclusión si no abrimos espacio a todas las formas de ser, de sentir y de vivir el mundo. Y no hay mejor momento para hacerlo que en infantil, cuando aún estamos a tiempo de hacer que cada diferencia se viva como una riqueza, no como una barrera.
«Si pudiera cambiar algo de la educación infantil actual, sería la prisa»
9º ¿Qué películas de animación recomiendas ver en familia por sus valores y aprendizajes?
Respuesta Sofía Bueno
El cine puede ser una herramienta maravillosa para acompañar emociones, iniciar conversaciones profundas y sembrar valores desde la infancia. Estas películas no solo entretienen, sino que tocan el corazón y nos dejan aprendizajes reales para la vida. Aquí te comparto algunas de mis favoritas:
🐦 El Robot Salvaje (The Wild Robot): Una historia sobre la empatía, la conexión con la naturaleza, la convivencia con lo diferente y el poder de aprender del entorno. Habla de forma preciosa sobre la adaptación, el respeto animal y la comunidad.
🏠 Encanto: Más allá de sus canciones, es una película sobre las expectativas familiares, la presión silenciosa, el valor individual y los vínculos emocionales. Enseña que todos tenemos algo único que ofrecer, incluso si no brilla a primera vista.
💀 Coco: Habla de las raíces, la familia, la memoria y el respeto por quienes ya no están. Ideal para tratar el duelo desde la celebración de la vida y la cultura.
🐟 Buscando a Dory: Una historia tierna que visibiliza la neurodivergencia, la perseverancia, el miedo al rechazo y la importancia de apoyarnos los unos a los otro
🤖 Wall·E: Un clásico moderno que trata temas tan potentes como el cuidado del medioambiente, la soledad, la empatía y la importancia de los vínculos, incluso en los entornos más deshumanizados. Ideal para hablar de sostenibilidad, tecnología y emociones.
🔩 Robots: Una película divertida que enseña sobre la creatividad, la resiliencia, la innovación y el valor de ser uno mismo. Perfecta para trabajar el pensamiento divergente y la idea de que no necesitamos encajar en un molde para ser valiosos.
🎈 Up: Una historia entrañable que toca el corazón. Habla de la pérdida, los sueños, las segundas oportunidades y la amistad intergeneracional. Muy útil para tratar el duelo y los vínculos afectivos con niños y niñas.
🐻 Hermano Oso: Una película maravillosa para trabajar la empatía, el perdón, la conexión con la naturaleza y la capacidad de cambiar desde el amor. Una lección profunda sobre mirar al otro sin prejuicios.
🐉 Cómo entrenar a tu dragón: Potente para hablar de la aceptación de lo diferente, el valor del diálogo frente al miedo y el trabajo en equipo. Además, refleja muy bien el vínculo entre humano y animal, y cómo romper estereotipos.
🏝️ Vaiana (Moana): Ideal para trabajar la identidad, la fuerza interior, el respeto por las raíces culturales y la conexión con la tierra y el mar. Una protagonista valiente que sigue su intuición más allá de lo esperado.
👧🏼 Valiente (Brave): Una historia que rompe con los roles tradicionales de género y reflexiona sobre la libertad personal, la relación madre-hija y el valor de decidir tu propio camino.
🐜 Bichos (A Bug’s Life): Enseña valores como la cooperación, el coraje, la solidaridad y el poder de los pequeños frente a las injusticias. Ideal para trabajar en grupo y reflexionar sobre el poder colectivo.
10º Sofía, ¡muchísimas gracias por haber aceptado la entrevista! Antes de terminar, me gustaría hacerte una última pregunta: ¿qué cambiarías de la educación infantil actual?
Respuesta Sofía Bueno
Gracias a ti, de corazón. Ha sido un placer poder compartir lo que tanto siento y vivo como educadora.
Si pudiera cambiar algo de la educación infantil actual, sería sin duda la prisa. La prisa por que los niños lean antes de tiempo, por que escriban bien, por que se “comporten” de determinada manera, por que entren en moldes que muchas veces ni siquiera respetan lo que son o lo que necesitan.
Cambiaría también la mirada adultocentrista, que a veces olvida que estamos acompañando a personas pequeñas, sí, pero completas, valiosas y profundamente sensibles. Me gustaría ver aulas donde se escuche más y se evalúe menos, donde el juego tenga el espacio que merece y donde las emociones no se trabajen como contenido puntual, sino como base de todo lo demás.
Y, por supuesto, cambiaría el nivel de reconocimiento que se da a la etapa de infantil. Porque aquí es donde se construyen los cimientos del desarrollo emocional, social, motor y cognitivo. Donde se empieza a formar la autoestima, la seguridad, el vínculo con el aprendizaje. Y eso no puede ni debe seguir siendo infravalorado.
En definitiva, me gustaría una educación infantil más humana, más respetuosa, más consciente y más conectada con la infancia real, no con la que se espera que sea. Una educación que abrace la diversidad en todas sus formas y que eduque desde el amor, sin olvidarse del rigor, pero sin perder la ternura.
¡Y hasta aquí la entrevista de Sofía Bueno! ¿Qué te ha parecido? ¿Te ha dejado el corazón tan calentito como a mí? ¡Ojalá te haya gustado!
