Si trabajas en educación infantil, seguro que has visto esta escena mil veces: dos niños de 2 años sentados uno al lado del otro en la zona de construcciones. Cada uno tiene sus bloques, cada uno construye su torre, pero ninguno interactúa directamente con el otro. No comparten materiales, no se hablan, pero tampoco se molestan. Están juntos, pero cada uno en lo suyo. Esto se denomina juego paralelo.
Comprar el cuento ¡Adiós, chupete!, de Lucía Galán en Amazon España
¿Qué es el juego paralelo?
El juego paralelo es una fase del desarrollo social en la que los niños y niñas juegan cerca unos de otros, realizando actividades similares, pero sin interactuar directamente ni cooperar entre ellos. Es como si estuvieran «en paralelo»: comparten espacio y tiempo, pero cada uno está inmerso en su propio mundo de juego.
Esta etapa fue descrita por primera vez por la socióloga Mildred Parten en 1932, quien identificó seis tipos de juego según el nivel de interacción social. El juego paralelo se sitúa en un punto intermedio: el niño ya ha superado el juego solitario (donde ignora completamente a los demás), pero aún no ha desarrollado las habilidades necesarias para el juego cooperativo.
¿A qué edad aparece el juego paralelo?
Esta forma de juego es característica de niños entre los 18 meses y los 3 años, aunque puede extenderse un poco más dependiendo del desarrollo individual de cada niño. Es una etapa evolutiva completamente normal y esperada.
Antes de esta edad, los bebés suelen centrarse en el juego solitario, explorando objetos y su propio cuerpo. Después de los 3 años, empiezan a desarrollar el juego asociativo (donde ya hay interacción, aunque sin un objetivo común claro) y, finalmente, el juego cooperativo.
¿Por qué es importante el juego paralelo?
Aunque pueda parecer que «no están jugando juntos», el juego paralelo cumple funciones esenciales en el desarrollo infantil:
1. Es un puente hacia la socialización
El juego paralelo es el primer paso para aprender a estar con otros. Los niños observan, imitan y comienzan a tomar conciencia de la presencia de sus iguales. Están aprendiendo que hay otros niños como ellos, con sus propios intereses y acciones.
2. Permite el aprendizaje por observación
Cuando un niño juega junto a otro, aunque no interactúen directamente, está observando constantemente: cómo manipula los juguetes, qué sonidos hace, cómo resuelve pequeños problemas. Esta observación es una forma poderosa de aprendizaje a esta edad.
3. Respeta el ritmo madurativo
Forzar la interacción antes de que el niño esté preparado puede generar frustración y rechazo. El juego paralelo permite que cada niño avance a su propio ritmo, sintiéndose seguro en su exploración.
4. Desarrolla la tolerancia a la presencia del otro
Compartir espacio sin conflicto es una habilidad social en sí misma. Los niños aprenden a respetar el espacio del otro, a no quitarle sus materiales y a tolerar su cercanía sin sentirse invadidos.
Post recomendado: Salidas profesionales del Grado de Logopedia: ¿en qué áreas se puede trabajar?
¿Cómo reconocer el juego paralelo en el aula?
Para identificar esta etapa en tu aula de infantil, presta atención a estas señales:
- Los niños eligen jugar en la misma zona (construcciones, cocinita, alfombra de coches), pero cada uno tiene sus propios materiales.
- Pueden mirar de reojo lo que hace el compañero, pero no le hablan ni le piden participar.
- A veces imitan acciones del otro niño, pero sin establecer contacto directo.
- No hay conflictos por los materiales porque cada uno está centrado en lo suyo.
- Pueden estar físicamente muy cerca (incluso tocándose), pero jugando de forma independiente.
¿Qué hacer como educador infantil?
La labor de un educador infantil no es acelerar el paso del juego paralelo al cooperativo, sino acompañar esta etapa con respeto y facilitarla:
Organiza el espacio de forma adecuada
Crea zonas de juego amplias donde varios niños puedan jugar simultáneamente sin sentirse agobiados. Duplica materiales populares (dos cocinitas, varios sets de construcciones) para que puedan jugar «en paralelo» sin competir por los recursos.
No fuerces la interacción
Evita frases como «¿por qué no juegas con María?» o «venga, construid juntos la torre». Estas presiones pueden generar ansiedad. En su lugar, confía en que la interacción surgirá de forma natural cuando estén preparados.
Valora esta forma de juego
Cuando hables con las familias, transmite que el juego paralelo es un logro evolutivo, no un problema. Es importante normalizar esta etapa para evitar preocupaciones innecesarias.
Observa sin intervenir
A veces, los mejores momentos de aprendizaje ocurren cuando simplemente nos quedamos quietos y observamos. Verás cómo en el juego paralelo surgen pequeños momentos de conexión: una mirada, una sonrisa, una imitación.
Introduce propuestas que favorezcan la cercanía
Actividades como pintar en un gran mural colectivo, jugar con arena o agua en una mesa compartida, o hacer música con instrumentos permiten que los niños estén juntos, compartan experiencia sensorial, pero sin la presión de tener que interactuar verbalmente.
Post recomendado: Adaptaciones curriculares en educación infantil: qué son, tipos y ejemplo práctico
¿Cuándo preocuparse?
El juego paralelo es completamente normal hasta los 3-4 años. Sin embargo, hay algunas señales que podrían indicar la necesidad de una observación más detallada:
- Si un niño de 4 años o más nunca muestra interés por jugar cerca de otros niños y siempre busca el aislamiento total.
- Si hay evitación activa del contacto con iguales (se aleja cuando otros niños se acercan).
- Si no hay ningún progreso hacia formas más interactivas de juego después de varios meses.
En estos casos, puede ser útil comentarlo con las familias y, si es necesario, con el equipo de orientación del centro.
El juego paralelo: una etapa para celebrar
Como educadores infantiles, tenemos el privilegio de observar cada día cómo los niños crecen, aprenden y se desarrollan. El juego paralelo es una de esas etapas que merece ser celebrada: es la prueba de que el niño está avanzando en su comprensión del mundo social, a su propio ritmo y con sus propias estrategias.
La próxima vez que veas a dos niños jugando juntos pero separados, en lugar de pensar «aún no saben jugar juntos», piensa «están aprendiendo a estar juntos». Y eso, en sí mismo, es un logro enorme.
¿Has observado el juego paralelo en tu aula? ¿Cómo lo acompañas? Me encantaría leer tus experiencias en los comentarios. Y si este artículo te ha resultado útil, compártelo con otros educadores y familias que puedan beneficiarse de esta información.
Recuerda: cada niño tiene su ritmo, y nuestro papel es acompañarlo con paciencia, observación y mucho respeto por sus procesos individuales.


