¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que genial!. Hay muchísimos temas que me resultan interesantes dentro del área 0-3 años, pero el afecto en educación infantil es uno de los que más me llaman la atención ahora mismo. Así que… ¡he decidido dar mi opinión sobre ello en la entrada de hoy! ¿Preparados? Pues… ¡empezamos!
Una conocida me comentaba el otro día la falta de empatía y de afecto hacia los niños en situaciones, emociones o comportamientos concretos (enfado, llanto, tristeza… ). También expresaba que hay educadores infantiles que miran mal a otros compis por coger en brazos a los peques, darles cariño o al intentar comprender a los niños desde la sensibilidad y el respeto. En resumen, se pensaba que el afecto en educación infantil había desaparecido.
Sus palabras me recordaron rápidamente a una experiencia que vivió una amiga muy cercana en una escuela infantil. A ella le apasiona la infancia y trabajar con los peques desde el amor y el cariño. Una de sus compañeras le dijo que dejara de cogerles en brazos y de mostrarles tanto cariño cada día, que se acostumbraban y eso no estaba bien. Por aquel entonces, mi amiga llevaba poco tiempo trabajando en la escuela y no supo qué decir.
¿Qué pasa realmente con el afecto en educación infantil?
Coger en brazos a los peques no es delito, que yo sepa
El caso de mi amiga no es el primero que conozco y que me pilla de cerca. Me sorprende mucho saber que hay personas que prefieren la frialdad, la distancia y la poca empatía al cariño, afecto y a la sensibilidad. Coger en brazos a los peques, darles abrazos y mostrarles cariño no es ningún delito, más bien todo lo contrario. De hecho, los niños se sentirán más seguros y cómodos si hay muestras de afecto en el aula.
Educar desde la afectividad y el respeto sí es posible
Quizás los educadores infantiles que no transmiten cariño y respeto a los peques no deberían trabajar más en escuelas infantiles. Una persona puede haber obtenido matrículas de honor en el ciclo formativo o en la carrera, pero la práctica es muy diferente. Las muestras de cariño, sensibilidad y empatía hacia los niños cuando más lo necesitan tendrían que estar presentes cada día en las aulas.
La empatía: capacidad que no todos los educadores tienen
Supongo que cada persona es un mundo, pero cuando me siento triste o disgustada siempre me reconforta un abrazo y tener una mano amiga. ¿Por qué hay gente que piensa que los niños son diferentes? Cuando los peques se encuentran mal lo que necesitan es un abrazo y tener cerca a alguien que les comprenda. Sin embargo, todavía hay educadores infantiles que piensan que educar desde el cariño y el amor es algo absurdo que no sirve de nada. Por lo tanto no dan mucha importancia al afecto en educación infantil.
Los peques aprenden muchas cosas mientras observan
¿Qué quiero decir con esto? Vamos a ponernos en situación: al llegar al aula, un niño se pone a llorar porque no quiere separarse de sus padres. Está claro que se siente angustiado, triste y puede que enfadado. Los demás peques están jugando, pero no le quitan la mirada de encima. Hay varias opciones:
OPCIÓN A: el educador infantil no le hace ni caso y no le presta atención. Cuando han pasado unos minutos empieza a gritarle y a amenazarle con castigarle sin recreo si no deja de llorar. El peque, más por miedo que otra cosa, deja de llorar inmediatamente.
OPCIÓN B: el educador infantil se acerca al niño, le abraza y le habla con tranquilidad y cariño. Le explica la situación, las actividades que van a hacer en clase y le da tiempo para que se calme y se sienta seguro. El peque no solo deja de llorar si no que sonríe abiertamente y se va a jugar con los demás niños.
Obviamente, la opción B es la correcta y adecuada para mí, pero no solo consiste en eso. Si todos los educadores se decantasen por esa opción, estarían dando un ejemplo positivo, empático y sensible que los peques aprenderían y practicarían en su día a día dentro y fuera de la escuela. De esta manera, si algún niño llora en el aula serán ellos los que le consuelen e intenten tranquilizarle. Entonces, ¿es importante el afecto en educación infantil?
Influencia de las malas palabras y las críticas destructivas
Si sois educadores infantiles, cogéis a los peques en brazos, transmitís cariño, afecto y sensibilidad y os critican por ello os animo a no hacer ni caso. No hay nada de malo en que los niños se acostumbren (como dicen por ahí) a la empatía, al cariño y a la educación desde el amor y respeto. No sois horribles ni menos profesionales por mostrar cariño. El afecto en educación infantil debería ser algo fundamental.
¿Cómo lleváis el tema del afecto en educación infantil? ¿Os han mirado a veces mal o criticado por mostrar empatía y sensibilidad?
RECOMENDACIÓN EXTRA: si sois educadores infantiles y necesitáis algún tipo de asesoramiento (académico, personal, profesional), no dudéis en echar un vistazo a mis servicios.
Hola, gracias por tus consejos, y perdón por referir el contenido del post a otro ámbito educativo diferente. Soy educador (hombre) social y suscribo letra por letras todo lo que dices, solo que aplicado a chicos y chicas entre 5 y 18 años y en un entorno supletorio del familiar como puede ser un centro de acogida.
Tengo exactamente los mismos problemas, solo cambiaría el «que se acostumbraban y eso no estaba bien» por «luego vengo yo de mala», «hay quienes van de colegas de los chavales», «les dejan hacer lo que les da la gana», «tienen que acostumbrarse a las normas que se van a encontrar fuera» y lindezas por el estilo. Y eso es lo que dicen; prefiero no imaginar lo que NO dicen, máxime considerando la presunción de culpabilidad ante la sociedad por el hecho de ser hombre. Alarma social que comprendo, no hay más que ver las noticias, pero que no es justa ni sana: los hombres sanos, normales, afectuosos, seguimos siendo mayoría.
Estoy pasando por un mal momento por este tipo de rivalidades absurdas y empiezo a tener miedo de la cercanía con los niños, con quienes, hasta ahora, había interactuado exactamente igual que con mis hijas a nivel de muestras de afecto, cercanía y, muy importante, EMPATÍA. El dilema al que me enfrento es: ¿Debo seguir como hasta ahora o quizás entraña algún tipo de riesgo que preferiría seguir desconociendo?
Gracias.