La hora de la siesta puede convertirse en uno de los momentos más desafiantes del día en un aula de educación infantil. Mientras algunos pequeños se duermen en cuestión de minutos, otros parecen tener una energía inagotable. ¿Suena familiar? La buena noticia es que con las estrategias adecuadas, es posible crear un ambiente donde la mayoría de los niños y niñas descansen plácidamente. ¡Vamos a ver algunas dinámicas para favorecer la rutina de la siesta en un aula de infantil!
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¿Por qué es tan importante la siesta en educación infantil?
Antes de entrar en las estrategias prácticas, conviene recordar que el descanso durante el día no es un capricho. Los niños entre 1 y 5 años necesitan dormir siestas para consolidar aprendizajes, regular emociones y recargar energías. Un pequeño que no descansa adecuadamente suele mostrarse más irritable, con menor capacidad de atención y más propenso a conflictos con sus compañeros.
¿Cómo crear el ambiente perfecto para la siesta?
Para favorecer la rutina de la siesta en un aula de infantil, el entorno físico juega un papel fundamental. No se trata solo de apagar las luces y cruzar los dedos.
Control de la luz y el ruido
Las cortinas opacas o estores que bloqueen la luz natural son imprescindibles, especialmente en primavera y verano cuando los días son más largos. La oscuridad estimula la producción de melatonina, la hormona que ayuda a conciliar el sueño.
En cuanto al ruido, el silencio absoluto no siempre es la mejor opción. De hecho, un ruido blanco suave o música relajante a bajo volumen pueden ayudar a crear un ambiente más propicio que el silencio total, que puede resultar inquietante para algunos niños.
Temperatura adecuada
Una temperatura entre 18 y 21 grados es ideal para el descanso. Un aula demasiado calurosa dificulta el sueño, mientras que el frío puede hacer que los pequeños se despierten constantemente.
¿Qué rutinas previas facilitan que los niños se duerman?
La siesta no empieza cuando los niños se tumban en las colchonetas. En realidad, comienza mucho antes, con una secuencia predecible que prepara el cuerpo y la mente para el descanso.
Transición gradual de la actividad al reposo
Después de la comida, es contraproducente pasar directamente a la siesta. Los niños necesitan una transición suave:
- 5-10 minutos de tiempo tranquilo: Puede ser recoger juntos los juguetes, guardar materiales o preparar el aula para el descanso. Esta actividad calmada ayuda a bajar revoluciones.
- Ritual de higiene: Ir al baño, lavarse las manos y la cara ayuda a marcar el cambio de actividad.
- Momento de preparación personal: Cada niño busca su colchoneta, su mantita o su peluche. Este ritual genera sensación de control y seguridad.
Rutina de relajación
Una vez todos están en sus colchonetas, establecer una secuencia siempre igual ayuda enormemente:
- Música suave o cuento narrado con voz calmada
- Ejercicios de respiración adaptados a su edad («hinchamos la barriga como un globo»)
- Relajación muscular progresiva sencilla («apretamos los puños y los soltamos»)
La repetición diaria de esta secuencia genera un condicionamiento positivo: el cerebro de los pequeños asocia estas acciones con el momento de dormir.
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¿Cómo acompañar a los niños que no quieren dormir?
Este es, sin duda, uno de los mayores retos al favorecer la rutina de la siesta en un aula de infantil. Siempre habrá algún pequeño que no tenga sueño o que simplemente no necesite dormir tanto como otros.
Opciones de descanso activo
No todos los niños deben dormir obligatoriamente. A partir de los 4-5 años, algunos ya no necesitan siesta diaria. Para ellos, se pueden establecer actividades tranquilas:
- Mirar cuentos tumbados en su colchoneta
- Juegos de relajación con mandalas sencillos
- Puzles de pocas piezas
- Dibujo libre con materiales silenciosos
Lo importante es que respeten el descanso de sus compañeros y permanezcan en una actitud de calma.
¿Qué hacer cuando un niño interrumpe constantemente la siesta?
Algunos pequeños, especialmente al inicio de curso o tras un periodo de vacaciones, pueden tener dificultades para adaptarse al momento de la siesta. Levantarse constantemente, hablar con los compañeros o hacer ruidos son conductas que hay que abordar con paciencia pero firmeza.
Estrategias efectivas
- Proximidad física: Colocar la colchoneta del niño más inquieto cerca de la del adulto responsable permite intervenciones discretas y rápidas.
- Refuerzo positivo: Reconocer cada pequeño avance («hoy has estado muy tranquilo en tu colchoneta») funciona mejor que remarcar constantemente lo que hace mal.
- Objetos de transición: Un peluche, una mantita o una foto de su familia pueden proporcionar seguridad emocional y facilitar la relajación.
- Contacto visual y señales no verbales: Un dedo en los labios, una caricia suave o una mirada calmada suelen ser más efectivos que las palabras.
¿Cuánto tiempo debe durar la siesta en el aula?
La duración ideal varía según la edad:
- 1-2 años: Entre 90 y 120 minutos
- 3 años: Entre 60 y 90 minutos
- 4-5 años: Entre 30 y 60 minutos (algunos ya no la necesitan)
Es importante ser flexible y observar las necesidades individuales. Despertar bruscamente a un niño en fase de sueño profundo puede provocar irritabilidad el resto de la tarde.
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¿Cómo coordinar los hábitos de sueño con las familias?
La coherencia entre casa y escuela es fundamental para favorecer la rutina de la siesta en un aula de infantil. Algunas recomendaciones para compartir con las familias:
Comunicación sobre hábitos de sueño
Saber si el niño ha dormido bien por la noche, si ha madrugado más de lo habitual o si está atravesando algún proceso que altere su descanso (dentición, pesadillas, cambios familiares) ayuda a ajustar expectativas.
Consistencia en horarios
Los fines de semana, intentar mantener horarios similares a los de la escuela facilita que el lunes no sea un caos. Aunque es complicado, una variación de más de una hora puede desajustar el reloj biológico de los pequeños.
Objetos de apego
Si el niño tiene un muñeco o mantita especial para dormir en casa, permitir que lo traiga al aula puede marcar una gran diferencia, especialmente durante el periodo de adaptación.
Errores comunes que dificultan la siesta
A pesar de las mejores intenciones, algunos hábitos pueden sabotear el momento del descanso:
- Actividades muy estimulantes justo antes de la siesta: Los juegos motores intensos o las actividades muy excitantes deben realizarse por la mañana.
- Falta de consistencia: Cambiar constantemente de rutina confunde a los niños y dificulta que su cuerpo se prepare para el descanso.
- Expectativas irreales: Pretender que todos los niños duerman exactamente lo mismo o se duerman a la vez puede generar frustración en el adulto y tensión en los pequeños.
- Ambiente inadecuado: Demasiada luz, ruidos del exterior, temperatura incorrecta… Pequeños detalles que marcan grandes diferencias.
La siesta como oportunidad educativa
Más allá del descanso físico, el momento de la siesta enseña a los niños habilidades valiosas: autorregulación emocional, respeto por las necesidades de los demás, rutinas de autocuidado y gestión de sus propios ritmos biológicos.
Cuando se consigue establecer una buena rutina, la hora de la siesta deja de ser un momento de tensión para convertirse en un paréntesis de calma que beneficia a toda el aula. Los niños se despiertan más tranquilos, receptivos y preparados para las actividades de la tarde.
Favorecer la rutina de la siesta en un aula de infantil no es cuestión de magia, sino de constancia, observación y pequeños ajustes. Cada grupo tiene sus particularidades, y lo que funciona con unos niños puede no funcionar con otros.
Lo importante es mantener una actitud tranquila, establecer rutinas claras y recordar que el descanso no es tiempo perdido: es una inversión en el bienestar y el aprendizaje de los pequeños. Con paciencia y las estrategias adecuadas, es posible crear ese espacio de calma que tanto necesitan los niños… ¡y los educadores también!


