Muchos profesores, familias y centros educativos están convencidos de que un estudiante brillante es el que saca mejores notas. Es el estudiante que ha conseguido obtener más dieces o matrículas de honor que los demás. Es el alumno que hace los exámenes perfectos (o casi perfectos) con el menor número de errores. El estudiante que es capaz de contar todos los temarios de memoria punto por punto.
Para mí el concepto de estudiante brillante va muchísimo más allá. Desgraciadamente, tenemos un sistema educativo que de siempre ha premiado a los primeros de la clase y a los que destacan por las mejores notas. Siempre se ha aplaudido a los alumnos de sobresalientes. Y ojo, no digo que eso esté mal. ¡Para nada! Pero, ¿qué pasa con los estudiantes que se han esforzado muchísimo y no han conseguido los resultados esperados?
¿Las mejores notas es lo único que cuenta?
Lamentablemente, en muchos centros educativos dan una excesiva importancia a las calificaciones. Y no solo los centros educativos, hay familias que exigen demasiado a sus hijos diciéndoles continuamente que no pueden equivocarse, que tienen que ser el mejor de la clase, que tienen que ser los más exitosos en todo… Así, corren el riesgo de fomentar la presión y el agobio a estudiantes e hijos. ¿De verdad es necesario eso?
No me entendáis mal. No digo que no se felicite a los estudiantes que se han esforzado muchísimo y han conseguido obtener buenas notas. Simplemente creo que el éxito educativo no debería estar ligado siempre a las calificaciones numéricas y a los resultados satisfactorios de los exámenes. De hecho, estoy convencida de que los boletines de notas no tendrían que ser lo más importante de la etapa escolar para evaluar a los alumnos.
¿Se valora lo suficiente el esfuerzo y la constancia?
Tengo la sensación de que muchos centros educativos solo valoran los resultados finales. Bastantes veces, si un estudiante se ha esforzado muchísimo, ha hecho todos los trabajos, ha mostrado interés por la asignatura y ha participado en clase pero no ha conseguido aprobar un examen, se queda con el suspenso. Son pocos los maestros o profesores que animan, valoran y motivan a los estudiantes a seguir tan implicado y a no perder la constancia.
Algunos docentes geniales han optado por escribir comentarios inspiradores a los estudiantes en el boletín de notas. Pero, ¿realmente todos los profesores lo hacen? ¿Todos los maestros tienen en cuenta el esfuerzo, la dedicación, la participación y la constancia? Desgraciadamente, no. De esta manera, los estudiante en vez de coger fuerzas para seguir esforzándose, se vienen abajo y dejan de creer en sí mismos.
Se prepara para el éxito pero, ¿y para el fracaso?
Volvemos a las familias que no paran de decirles a sus hijos que tienen que ser los mejores, los más exitosos y los que saquen mejores e imaginemos por un segundo estas dos situaciones:
- El estudiante ha conseguido obtener la mejor calificación por encima de sus compañeros
- El estudiante no ha conseguido llegar a aprobar el examen
En la primera situación todo estaría genial, ¿verdad? Los padres estarían contentos porque su hijo ha sido el mejor de todos y ha obtenido la mejor nota. Pero, ¿qué pasaría en la segunda situación? Después de que los padres sometieran a su hijo a tanta presión y agobio para llegar al éxito educativo, ¿qué pasaría? ¿qué ocurriría si suspendiera el examen?
Pues que posiblemente, el estudiante no supiera gestionar la frustración, el fracaso, el enfado, la decepción y se sentiría mal consigo mismo por haber suspendido. Estaba preparado para celebrar las buenas notas y los estupendos resultados de los exámenes. Pero desgraciadamente, no le habían dicho que si no aprobaba, habría más oportunidades para hacerlo mejor.
Y vosotros, ¿qué opináis del concepto estudiante brillante que se ha instaurado en la sociedad? ¿Creéis que hay familias que solo preparan a sus hijos a sacar las mejores notas y que ven el fracaso como algo malo y vergonzoso?
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Buenas Mel! Soy Juan Miguel. Yo pienso que hay que valorar más el proceso que el resultado. Es necesario valorar todo lo que tú has comentado de manera cualitativa, no cuantitativa además si el niño o la niña es capaz de trabajar de forma cooperativa con sus compañer@s por ejemplo. Es necesario enseñarles a fracasar porque a lo largo de la vida estudiantil también pueden existir suspensos.