¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que de la mejor forma posible! Hoy me gustaría hablar del lado más cercano, sensible y humano de la educación porque a veces se nos olvida que la educación también es cariño, empatía, amabilidad y comprensión hacia los alumnos y sus familias. ¿Os animáis a seguir leyendo el post? ¡Pues vamos a ello con ganas!
Hace unos días, una maestra de infantil me contaba lo mucho que echaba de menos abrazar a los niños y estar con las familias cara a cara. Que los había visto por videollamada, que había estado en contacto por teléfono y correos, pero que no era ni de lejos lo mismo. Me decía que ella quería tener a los peques delante y escuchar a los padres y madres sin ningún aparato tecnológico de por medio.
Como ella están muchos educadores, maestros y profesores. Los docentes se han adaptado deprisa y corriendo a la metodología que la crisis sanitaria obligaba, y han intentado apoyar y conectar con los alumnos y familias a través de reuniones online y llamadas, pero a todos ellos les faltaba la cercanía, el ver a los estudiantes entrar por la puerta, el ver sus sonrisas sin que ninguna pantalla interfiriera.
La afectividad y la cercanía sí que importan en educación
Hay educadores y maestros que se han dado cuenta que la afectividad y la cercanía son muy necesarias en educación. Que poder dar un abrazo a un alumno que lo necesita y brindarle apoyo y ayuda después de clase también es parte (o debería) de la enseñanza. Ahora los docentes están detrás de una pantalla y por mucho que se esfuercen, la comunicación les parece frío como el hielo.
Algunos dicen que se ha perdido la esencia y la emoción de la enseñanza, al menos en educación infantil y educación primaria. Que por mucho que las TIC ayuden a mantener el contacto, no tienen la misma magia y conexión con los estudiantes. Incluso algunos docentes se sienten más lejos y distanciados de los estudiantes y sus familias. Echan en falta estar de tú a tú con los estudiantes.
Educación emocional y Educación en valores de la mano
Este parón de clases presenciales ha hecho que la educación emocional y la educación en valores sean fundamentales. Los docentes han optado por priorizar los sentimientos y emociones de su alumnado. De esta manera, han dado importancia a la comprensión, escucha activa y empatía. Lo único que querían era que los estudiantes estuvieran tranquilos, relajados y que contaran con ellos sin les pasara algo o tenían dudas.
Estaréis de acuerdo conmigo en que si un niño ha tenido pesadillas por las noches por la situación del COVID-19 es muy complicado que descanse correctamente y que esté preparado para un proceso de aprendizaje auténtico. Ha habido estudiantes que lo han pasado bastante mal, que han estado nerviosos, inquietos y con malestar. ¿Creéis que en estos casos es mejor seguir con los contenidos académicos o prestar atención a lo realmente importante?
Los contenidos académicos, exámenes y deberes
Al inicio del confinamiento, un maestro de educación primaria que conocía me transmitía lo preocupado que estaba por los contenidos académicos, por los exámenes y por los deberes. Expresaba que no iba a ver suficiente rigurosidad para que los estudiantes siguieran su línea educativa en casa. Que sin ir al colegio los niños no iban a ser capaces de concentrarse y que comprender el temario les iba a resultar muy difícil.
Hace unos días este mismo maestro del que os habló me escribió y me dijo: «Mel, no te imaginas lo equivocado que estaba. En un primer momento di prioridad a los contenidos académicos y no a cómo se sentían mis alumnos. Menos mal que logré rectificar a tiempo para implicarme de verdad con todos ellos. El contenido es importante, pero lo es más cómo se encuentren ellos».
Y es la verdad (al menos yo lo veo así). Estamos viviendo una situación excepcional. Los docentes han adaptado su trabajo en tiempo récord, pero también los niños y las familias. Si un estudiante no aprende todas las en este curso con lo que estamos pasando creo que no pasa nada, se puede repetir y recordar al año que viene. Ahora lo más importante es destacar el lado más humano, cercano, empático y sensible de la educación.