¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que genial! En el post de hoy vamos a reflexionar sobre la situación que están viviendo muchos educadores infantiles en las aulas cada día. ¿Os animáis a seguir leyendo? ¡Vamos a ello con ganas!
Hace unos días una amiga que trabaja en una escuela infantil me dijo lo siguiente: «Mel, no puedo más, de verdad. Intento dar la mejor versión de mí misma, pero acabo agotada mental y físicamente. Creo que mi salud mental y emocional están en juego». En ese momento lo único que pensé es que si una profesional con tanta vocación e ilusión como ella se sentía de esa manera es que las cosas tenían que estar muy complicadas.
Ya no solo hablamos de un convenio justo adaptado a las responsabilidades de los educadores infantiles, si no de falta de recursos, ratios totalmente desorbitadas, aulas en mal estado (y que pueden ser peligrosas tanto para los peques como para los profesionales) y una carga de trabajo increíblemente excesiva sin contar, en muchas ocasiones, sin ningún tipo de ayuda.
Educadores infantiles de corazón, pero desgastándose cada día
¿Cómo es posible que una de las etapas más preciosas de la educación desgaste tantísimo a sus profesionales? Por desgracia, los educadores infantiles siempre han pasado sin pena ni gloria por el sistema educativo, pero ahora ahora están directamente en el ojo de la tormenta y muchos de ellos están sufriendo por culpa de una mala gestión de la etapa.
Os pongo en contexto para que os hagáis una idea: un educador infantil que adora su trabajo, pero que no tiene recursos para llevarlo a cabo, que cuenta con una cantidad exagerada de niños (por encima de las ratios, obvio) sin tener ninguna ayuda, y que ve cómo su convenio no está adaptado a lo que hace realmente en su jornada laboral.
¿Vosotros no os desgastaríais si estuvierais en su lugar? ¡Os animo a reflexionar!
Cuando hay que elegir entre la salud mental y el trabajo que adoras
El desbordamiento que están sufriendo muchos educadores infantiles implica en algunos casos ansiedad, estrés, baja autoestima, desmotivación, desilusión y depresión. De esta manera, y llegados a este punto, los profesionales de esta etapa se plantean dos cosas:
- Cuidar de su salud (física, emocional y mental) y optar por unos días de baja para intentar recuperarse lo antes posible
- Seguir trabajando cómo pueden pese a las pésimas condiciones que tienen actualmente porque necesitan el empleo y creyendo que la cosa va a mejorar.
¿Qué opción creéis que eligen la mayoría de educadores infantiles? Os lo digo yo: la segunda. Siguen trabajando, siguen luchando por una educación infantil digna para los peques y para ellos. ¿Cuál es el problema? Que parece que esa mejoría nunca llega, es más, parece que todo tiende ir a peor y que sus voces no se escuchan o no son lo suficientemente altas.
La locura de cerrar las escuelas infantiles de 3-6 años y sus consecuencias
Yo no me lo quería creer, pero así ha sido. La Comunidad de Madrid ha metido el tijeretazo a las escuelas infantiles públicas de 3-6 años y ha ido cerrando una a una. Por lo tanto esta etapa pasa a formar parte de los colegios y centros educativos. Pero… ¿ha sido para bien? ¿ha sido para dignificar la educación infantil? Pues la respuesta es que no, obviamente.
Por lo visto, la desorganización y la descoordinación son enormes. Estamos hablando de centros que no están preparados para acoger a niños de este rango de edades. Y cuando digo que NO están preparados, quiero decir que no cuentan con los recursos ni infraestructuras necesarias. Hablamos de patios sin terminar, de aulas que no son apropiadas para los peques y de materiales para las clases inexistentes (hasta tal punto que educadores infantiles y maestros han tenido que comprarlos ellos).
¿Qué conlleva todo esto? Caos, malestar e incertidumbre. Además de obligar a las familias a matricular a sus hijos en un centro que no quieren o que no conocen. Pensad en algo: imaginad a una familia que decide llevar a su hijo a una escuela infantil donde puede estar hasta los seis años. Ellos quieren continuidad y les gusta que su peque vaya a estar en el mismo centro hasta los seis años. Y de repente… ¡pum! Eso se esfuma de forma inesperada.
Ahora tendrán que llevar a su hijo a un centro totalmente nuevo y adaptar nuevos horarios. ¿Dónde está la libre elección de las familias? ¿Dónde está el derecho a elegir la escuela infantil junto con su modalidad educativa? ¡Ha desaparecido totalmente! Y ya no solo eso, se están olvidando de lo más importante: que los más afectados son los niños. Que se está jugando con su educación y con su bienestar.
Desprestigio y humillación hacia la educación infantil
«¡La educación infantil es una de las etapas más importantes del sistema!» «¡Tenemos que seguir trabajando por una educación infantil de calidad»! Esto es lo que se dice por ahí en las altas esferas. Todos expresan que la educación infantil es increíblemente importante, pero ninguno es capaz de mover un dedo por ella ni de pararse a escuchar cuál es la verdadera situación que están viviendo educadores infantiles y maestros.
Una vez más, la educación infantil es la etapa educativa más golpeada del sistema, pero oye… ¡que hay que seguir trabajando por ella!. Una vez más muchos educadores infantiles son desprestigiados y humillados, pero oye… ¡que ellos son unos profesionales increíbles! La educación infantil y los educadores infantiles ya no necesitan palabras (quizás años atrás les valía con promesas incumplidas), necesitan hechos y acciones. Necesitan implicación, responsabilidad, seriedad y empatía por parte de las administraciones.
Por favor, no olvidemos que todos ellos trabajan con una parte vulnerable de la sociedad: los niños. Y precisamente ellos y sus familias se merecen una etapa de calidad. Se merecen que sus educadores infantiles tengan unas condiciones laborales justas, que puedan desempeñar correctamente su trabajo, y que su salud mental, física y emocional no se vea dañada.
¡Y hasta aquí el post reflexivo de hoy, grupo! Espero (lo espero de corazón) que llegue a muchísima gente, y que se pueda reflexionar sobre la educación infantil y sus profesionales. ¡Nos leemos en el próximo post!
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