¡Hola, hola! ¿Cómo lo estás llamando? ¡Espero que genial! ¿La educación infantil es cuidar o educar? Hoy hablamos sobre ese tema desde una perspectiva reflexiva. ¡Vamos a ello!
¿Cuidar o educar? Todavía hay quien cree que en educación infantil solo se cuida, pero… ¿sabías que en los primeros años de vida el cuidado es educación? Este artículo desmonta uno de los mitos más dañinos sobre la etapa 0-3 años y reivindica el papel esencial —y muchas veces invisible— de los educadores infantiles. Descubre por qué cuidar y educar no se excluyen, sino que se complementan.
👶¿Por qué seguimos viendo la educación infantil como “solo cuidado”?
Hay frases que se repiten tanto en el imaginario colectivo que terminan calando como verdades absolutas. Una de ellas es esa que afirma que en las escuelas infantiles “solo se cuida” a los niños. La escuchamos en medios de comunicación, en conversaciones de pasillo, incluso en ciertos discursos políticos o institucionales. Y sin embargo, nada hay más lejos de la realidad.
La educación infantil, especialmente de 0 a 3 años, es la base del desarrollo humano. En esta etapa se forman los primeros vínculos afectivos, se sientan las bases del lenguaje, del pensamiento, de la socialización y de la seguridad emocional. No hay otro momento en la vida donde el entorno tenga un impacto tan poderoso en el cerebro en formación.
Entonces, ¿por qué sigue pesando la idea de que las educadoras y educadores infantiles «solo cuidan»?
En parte, porque todavía arrastramos una visión de la educación, donde lo académico pesa más que lo emocional, y lo observable se impone sobre lo invisible. Y lo invisible en infantil es mucho: los vínculos, la presencia, la contención emocional, la planificación diaria de entornos respetuosos…
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🧠Cuidar es educar: una verdad que aún cuesta aceptar sobre la educación infantil
Educar no es solo enseñar a sumar o a leer. Educar es acompañar procesos de vida, estar presentes en los momentos más vulnerables y significativos del desarrollo. Y en infantil, eso pasa por el cuidado.
Cuando hablamos de cuidado, no hablamos de una tarea pasiva o de baja cualificación. Hablamos de un acto profesional, reflexivo, constante y profundamente humano.
Un educador infantil cuida cuando:
- Respeta los ritmos de sueño y alimentación de cada niño.
- Sabe interpretar el llanto como forma de comunicación.
- Acompaña una rabieta sin invalidar emociones.
- Genera entornos seguros y enriquecedores.
- Favorece la autonomía desde la confianza, no desde la exigencia.
Cuidar es educar con el cuerpo, con la voz, con la mirada.
Y para hacerlo bien se necesita conocimiento, sensibilidad y formación continua.
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🏫El trabajo invisible (pero fundamental) de los educadores infantiles
Hay algo profundamente injusto en cómo se percibe la figura del educador infantil. A menudo, quienes están cada día acompañando el crecimiento de nuestros hijos en sus primeros años son vistos como una especie de “cuidadores profesionales” o “niñeros cualificados”, cuando en realidad son agentes educativos formados, con alta implicación emocional, física e intelectual.
Una jornada de trabajo en una escuela infantil incluye:
- Programar actividades adaptadas al desarrollo y al momento emocional de cada grupo.
- Observar constantemente para anticipar dificultades o detectar posibles trastornos.
- Coordinarse con familias y equipos multidisciplinares.
- Resolver conflictos, mediar entre niños, contener emociones intensas.
- Crear entornos estimulantes y seguros.
- Documentar procesos para evaluar el aprendizaje de forma continua.
Todo esto mientras se sostiene una sonrisa, se canta, se abraza, se limpia, se calma.
¿Dónde está ahí lo de “solo cuidar”?
📢Romper el falso dilema: cuidar y educar no se excluyen
El verdadero problema es que la dicotomía entre “cuidar” y “educar” no solo es errónea, sino peligrosa. Porque refuerza la infravaloración de la educación infantil y contribuye a que los profesionales del sector tengan bajos salarios, escaso reconocimiento y condiciones laborales muy por debajo de su responsabilidad.
Además, esta visión estrecha afecta también a las familias, que a veces sienten culpa por “dejar” a sus hijos en la escuela infantil, como si eso fuera una decisión meramente práctica y no una elección consciente de proporcionar un entorno educativo de calidad.
Romper este falso dilema es urgente. Porque los niños pequeños no aprenden si no se sienten cuidados. Y no se puede cuidar bien si no se educa desde el respeto, el conocimiento y la empatía.
💬¿Y si empezamos a cambiar el discurso sobre la educación infantil?
Cada palabra cuenta. Cada vez que decimos que en la etapa 0-3 “solo se cuida”, estamos devaluando una profesión que construye las bases del futuro.
Cambiemos el lenguaje:
- De “guardería” a escuela infantil.
- De “cuidadores” a educadores infantiles.
- De “dejar” a “confiar”.
Cambiemos también las preguntas:
- En lugar de “¿te lo han cuidado bien hoy?”, preguntemos “¿qué has descubierto hoy?”.
- En vez de “¿lloró mucho?”, digamos “¿se sintió acompañado?”.
Educar desde el apego, desde el respeto y desde la mirada atenta es cuidar y educar a la vez. Y eso no es una contradicción, es un privilegio. Un trabajo esencial que debe ser reconocido como tal.