¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que genial! No sé vosotros, pero yo no dejo de escuchar que «ser educador infantil» es la profesión más fácil que existe y que cualquiera puede serlo». Por eso he decidido escribir este post intentando explicar por qué no todo el mundo puede ser educador infantil. ¿Os animáis a leer la entrada de hoy hasta el final? ¡Vamos a ello!
Los que hemos estado alguna vez trabajando en escuelas infantiles sabemos que cualquier persona no puede ser educador infantil y que no todo el mundo está preparado para ello. Somos conscientes de lo complicado, pero satisfactorio que es dedicarse a la educación infantil. Sin embargo, muchas personas siguen creyendo que ser educador infantil significa estar tirados todo el día en el suelo cantando o pintando.
¿Por qué se equivocan? ¿Por qué están confundidos con lo que conlleva ser un educador infantil de corazón? ¡Vamos a dar cinco razones por las que no todo el mundo puede dedicarse a esta profesión!
1. Ser educador infantil es mucho más que cuidar niños
Demasiada gente está convencida que ser educador infantil solo consiste en cambiar pañales, dar de comer a los peques y dormirles en la siesta. Obviamente, los profesiones de la educación infantil no solo se dedican a eso. Sí, se ocupan de la higiene, de la alimentación y del descanso de los niños, pero sus tareas no finalizan ahí. Los educadores infantiles elaboran programaciones, crean y adaptan actividades, observan la evolución de los peques y apoyan e informan a las familias de cualquier cosa (entre otras muchas cosas).
¡Por si os interesa aquí tenéis un enlace sobre las funciones de los educadores infantiles!
2. Habilidades concretas para desarrollar la profesión
Os pongo en dos situaciones diferentes:
SITUACIÓN A:
Vais a la consulta de vuestro médico y resulta que hay un sustituto. Os parece frío, poco empático y un tanto borde e insensible a la hora de hablar. Como es normal, salís de la consulta cabizbajos por el trato recibido.
SITUACIÓN B:
Vais a la consulta de vuestro médico y resulta que hay un sustituto. El nuevo profesional es encantador, cercano, sensible, os escucha y responde de manera agradable vuestras preguntas y transmite muchísima empatía. Al salir de la consulta os sentís maravillosamente por el trato recibido.
Igual que a vosotros os gusta que os traten bien cuando vais al médico, los niños también necesitan atención personalizada, implicación, cariño, responsabilidad y paciencia cada día. Por lo tanto, para ser educador infantil hace falta tener unas habilidades concretas que no todo el mundo se esfuerza por desarrollar. Las familias confían en que sus hijos están con los mejores profesionales.
3. Gestión correcta del estrés y de las emociones
¿Cómo puede haber alguien que piense que un educador infantil no pasa por momentos complicados de estrés y ansiedad en el aula? Es fundamental que los profesionales de la educación infantil sepan gestionar correctamente estos conceptos porque hay días realmente difíciles en las aulas. Estoy convencida de que no todo el mundo está preparado para sobrellevar el caos que a veces implica ser educador infantil. Del mismo, la inteligencia emocional es vital para la jornada escolar, y muchas personas ni siquiera saben qué significa ese concepto.
4. Pasión, ilusión y emoción por la infancia
En las aulas de infantil hay muchísimos días preciosos y llenos de alegría, pero también los hay grises en los que los educadores infantiles tengan que encajar alguna decepción que otra y tengan ganas de llorar. En esos momentos tan bajos de ánimo se demuestra la fortaleza, la pasión, ilusión y emoción por la infancia de los profesionales. Solo un educador infantil de corazón seguiría remanando hacia delante con más determinación que nunca. No todo el mundo está dispuesto a avanzar pese a los obstáculos
5. Responsabilidad y reconocimiento económico
Vamos a hablar clarito: el educador infantil es el responsable máximo del bienestar general de los niños que acuden a su aula. Es decir, se encarga del aprendizaje, del cuidado (físico y emocional), de la seguridad, de la alimentación y del descanso (cuando procede) de los peques. Partiendo de esa base: ¿creéis que cualquiera puede llevar a cabo este tipo de responsabilidad? ¡POR SUPUESTO QUE NO!
Y si destaco que hay muchos educadores infantiles que no llegan a ganar mil euros al mes, ¿cualquiera estaría preparado para trabajar como profesional de la educación infantil? ¡POR SUPUESTO QUE NO! De la infravaloración, desprecio y poco agradecimiento que se vive en muchas ocasiones dentro de la educación mejor ni hablo. Así que si sois de las personas que creía que «ser educador infantil era algo sencillo», espero que este post te haya aclarado un poquito más sobre la verdadera situación de estos profesionales tan estupendos y llenos de amor.
¡Hasta aquí el post de hoy! ¡Nos leemos en la próxima entrada!
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